martes, 7 de agosto de 2007

"52", el cómic y el marketing



Hace tiempo que, en mi opinión, DC desbancó a Marvel en innovación dentro del género de los superhéroes, tanto en la concepción de sus macrosagas como en la búsqueda de nuevas fórmulas de edición y el tratamiento de los personajes. Los motivos no los tengo muy claros aunque barrunto que buena culpa la ha debido tener la excesiva dependencia de la Marvel de los grandes estudios de cine a los que ha cedido los derechos de explotación de sus personajes a cambio de los golosos beneficios que ello le reporta. El último ejemplo de esta superioridad lo tenemos en “52”, la nueva colección que nos está ofreciendo Planeta y que ya va por su número once (probablemente a estas alturas ya habrá salido el doce). “52” es un buen producto de marketing, porque más allá de sus cualidades como historia que todavía están por ver resulta un producto novedoso y arriesgado dentro del anquilosado mercado del cómic “mainstream” yanqui. Los editores DC se han dado cuenta de la paulatina perdida de lectores veteranos y para volver a atraerlos y fidelizarlos a la enésima remodelación del Universo DC surgida tras la macrosaga “Crisis Infinita” (no confundir con “Crisis en las Tierras Infinitas” que era la buena de verdad) han optado por una opción basada en lo que debería ser el principal activo de una editorial de cómic: un cómic. Un cómic “barato” realizado por los guionistas estrellas de la editorial (Geoff Johns, Greg Rucka, Grant Morrison, Mark Waid) con una periodicidad semanal, algo bastante inusual en el mercado norteamericano pues “52” se ha convertido en la más larga en la historia del cómic yanqui con esta periodicidad.
El planteamiento es sencillo: los principales héroes de la editorial (Superman, Batman, etc.) han desaparecido y durante un año en tiempo real (las 52 semanas a las que hace referencia el título) otros personajes secundarios asumen el protagonismo de proteger el mundo y descubrir que ha pasado con sus compañeros a través de diversas tramas sin conexión aparente pero que con el paso de los números irán entrelazándose hasta llegar al desenlace que supondrá el regreso de los héroes desaparecidos (imagino). La historia hasta el momento es entretenida y asistimos a los inicios de las investigaciones de diversos personajes (René Montoya, el Hombre Elástico, Booster Gold, Acero) y de los malvados planes de varios supervillanos como Luthor y Black Adam. Sin embargo, avanza muy lentamente como consecuencia de la limitación temporal a las 52 semanas del año natural Pero, ¿cómo va a evolucionar? ¿Cuánto tiempo pueden alargar la trama sin que el interés de los lectores desaparezca? Pues estas cuestiones fundamentales realmente no importan, porque aquí entra en juego la gran jugada de los editores DC (y Planeta de paso): el precio. A mí no me importa gastarme el 1,75 semanal que cuesta el número de “52” para ver cómo va evolucionando el asunto y supongo que lo mismo le pasará a la mayoría, acostumbrados ya a pagar cantidades más elevadas con asiduidad, aunque la historia en sí misma no nos convezca demasiado. Porque uno de los peligros de “52” es precisamente uno de sus puntos más atractivos: su carácter eminentemente coral. Es coral tanto en el protagonismo de los personajes como en la realización de los guiones lo cuál supone que la serie pueda sufrir altibajos (aunque de momento todo parece bien encauzado). Muchas preguntas en el aire que por 1,75 a la semana veremos contestadas en 52 semanas. Jugada redonda para la editorial, esperemos que también lo sea para los lectores.